La primera entrada de esta sección se la dedico a Patrick
Rothfuss, un señor que además de tener un nombre muy raro, escribe que da
gusto.
El Nombre del Viento es un tocho bastante imponente de esos que cuando
lo ves piensas: ¿En serio se supone que me voy a leer todo eso y me voy a
enterar de algo?, o le echas un vistazo a la parte de atrás y te preguntas: Vale,…
¿pero esto de qué va? Personalmente, cuando la persona que me lo dejó (no voy a
decir quien fue; especulad) me lo dio y me dijo que era un libro que me iba a
gustar mucho y que entretenía bastante, para no hacerle el feo lo acepté y le
dije que lo leería y compararíamos opiniones.
En esa época yo no contaba con más que catorce años, y recuerdo pensar: “Esta
está que flipa”. Total, que con la promesa de devolvérselo ya leído, acepté el
préstamo y dejé el libro muerto de risa en un estante. Pobre, lo que debió de
sufrir. A mí siempre me ha encantado leer, por lo que cuando acepté el libro,
ya tenía otro en las manos que estaba terminando (de leer, se entiende) y después
tenía planeado ponerme con otro. Sin embargo (todo esto sucedió en verano, en
mi pueblo, aislado de cualquier librería civilizada, o librería en sí), al ser
tan joven e inexperto, no se me ocurrió pensar que cuando en tu pueblo estás tú
solo y no tienes nada más que hacer, el tiempo lo pasas leyendo, por lo que ese
plan que tan bien había urdido parecía volverse en mi contra.
A la semana y
media ya me había terminado el segundo libro, y presa del aburrimiento posé mi
mirada sobre el inmenso volumen de Rothfuss y me dije:” ¿por qué no?” Así que
me puse manos a la obra y sin ninguna esperanza me propuse pasar leyendo, por
lo menos una hora… y otra, y otra, y otra más… Así hasta que me di cuenta de
que me había vuelto un yonqui de la lectura y que no podía parar. Cuando me
acabé el libro, que por cierto, se lee muy bien y muy rápido, me quedé a
cuadros (los que se lo hayan leído me comprenderán), ¿ya está?, ¿eso es todo?,
pero… ¡No!, ¡tiene que pasar algo más! ¡Seguro que se ha perdido alguna página,
o puede que esté dividido en dos tomos! Como me enteré más tarde, no podía
andar mejor encaminado.
Efectivamente, esa no era más que la primera parte de
una saga dividida en tres, pero por ese entonces solo existía el primer tomo.
Así que imaginaríais lo desgraciado que me sentí en aquel
entonces. ¡Me habían quitado mi droga! Sí, bueno, ahora existen foros donde la
gente habla de este libro, y publican filtraciones o avances; pero por aquellos
tiempos, a internet se accedía en las bibliotecas, y no había smartphones; por
ese entonces… ¡los móviles todavía tenían
botones!
Además, pensad que yo no sabía nada de ese autor, por lo que
hasta que no volví a mi casa después de un mes no me enteré de que su intención
era escribir una trilogía. Yo me pensaba que sería uno de esos autores modernos
que “te invitan” a “pensar y a
reflexionar” sobre sus escritos dejando un final abierto. Vamos, que me pensé
que era un jod··o toca-pe··tas al que le daba pereza seguir escribiendo y que
cuando había alcanzado una cifra de ingresos lo suficientemente alta simplemente
había parado de escribir.
Pero, como somos humanos, no aprendemos, por lo que si este
segundo (titulado como El Temor de un Hombre Sabio) me lo terminé en menos
tiempo que el primero, y eso que era más extenso (sí, ya lo había dicho, pero
era para recalcarlo), también me quedé con un peor sabor de boca, porque este
tiene un final más capullo que el otro. Con esto no quiero decir que el final
sea malo, ni nada por el estilo; solo quiero decir que ese final te deja con
ganas de mucho más.
Por lo que cuando me enteré que iba a salir otro libro (el
libro se llama La Música del Silencio(a este tío le encanta ponerse poético con
el título, y busca que no te diga NADA de lo que va a tratar el libro)) [ya sé
que eso de meter dos paréntesis a la vez (y hasta tres) queda muy raro, pero me
apetecía hacerlo] esta vez más corto y
centrado en otro personaje me dije, en cuanto salga me lo compro, y cuando ya llevaba
dos días en tienda lo compré y me lo leí enseguida, volviendo a sentir ese
hueco en el estómago que te dice que te falta algo.
Porque, podrá ser muchas cosas, pero Patrick Rothfuss es un
camello que nos encanta y, como la mejor de las drogas, aunque no quieras,
acabas cogiéndole demasiado cariño y estarías dispuesto a hacer cualquier cosa
que te pidiesen solo por un poco más de sus novelas.
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