11 ene 2015

Los medios de transporte públicos

¿A quién no le ha pasado haber llegado a la parada del autobús, puntual, y quedare con cara de tonto, porque el autobús ya haya pasado hace tres minutos?

Yo creo que todo esto de los horarios de los transportes públicos, y los transportes públicos en general, son una gran conspiración del gobierno. O sino, ¿por qué cuando las paradas del bus y del tren están a solo dos pasos, tienen horarios tan dispares uno de otro? Me explico: el tren termina su trayecto sobre y treinta y cinco; y el autobús pasa a y media. El tren sale a menos cinco, y el autobús llega a en punto. Pero lo peor, nos corresponde a los que tenemos horarios de tarde, porque por la tarde los autobuses solo pasan ¡cada hora!

Y esto solo ocurre cuando ambas paradas están a cinco metros, porque si resulta que para ir de una a otra tardas de 6 minutos para arriba, olvídate de coger uno de los dos vehículos sin tener que esperar.
Pero lo más cabreante se lo dejo a la secta de los autobuseros. Lo llamo así, secta, porque hay algunos que son majos, y no deben estar metidos; pero la mayoría de estas personas son unos malvados (que no me apetece insultar). ¿Pues no cogen, y cuando ven a algún pobre diablo corriendo porque ve que va a perder el bus, cierran las puertas y se dan más prisa en arrancar solo para ver cómo esta persona no llega a subir? Por eso llega un momento, cuando ya has perdido el autobús tantas veces, que te rebelas contra la sociedad y si ves que no llegas a tiempo para cogerlo, vas andando diciéndote a ti mismo: “No corras, si ya lo has perdido”. Pero siempre tendrás la duda de si de verdad lo has perdido; porque hay veces que el conductor sea de la antes nombrada secta, pero igual no lo es y se pasa un rato esperando con la puerta abierta a que tú, pobre infeliz, te des prisa y subas tu culo al autobús. Y es ahí cuando más rabia da la situación. Cuando no sabes qué hacer; “correr o no correr, he aquí el dilema (y no la cuestión, como dicen muchos)”, como diría Shakespeare. 

Y si solo fuera ese el problema que hay con los medios de transporte públicos, pues no habría subido esta entrada. Pero ¿qué pasa con la gente que está esperando contigo?
Adelante con la lista:

Por un lado tenemos al “echao pa´lante”, que en cuanto llega pregunta si hace mucho que ha pasado tal bus. No respondas. Di que acabas de llegar. Si le contestas estarás perdido porque de ahí pasará a hablarte de lo mal que van los autobuses, y de lo mal que va el país, y cuando llegue el autobús y te subas, él se subirá contigo y se sentará a tu lado; aunque no sea el autobús que tenga que coger. Y no parará de darte la tabarra hasta que te bajes y corras.

El pobre que “quiere hablar”: suele ser un ancianito o una ancianita, que aprovecha cualquier cosa que pase a tu alrededor (ya sea un perro que se pone a mear en una esquina, ya sea alguien que cruza la calle) para dar conversación y acabar contándote su visión del mundo y sus ideas.
Luego también está el/la estudiante que no le apetece hablar, o está mandando mensajes por el móvil, y a la vez tiene los cascos puestos para escuchar música; que nunca sabrás si de verdad la escucha, o solo lo hace para evitar ser preguntado.

Luego tenemos a "los colegas", generalmente adolescentes con las hormonas revolucionadas, que se juntan en un grupito y se lían a dar gritos y a reírse incluso una vez dentro del bus. Que no hay quien los soporte.

También está la madre/ el padre que viene con su o sus hijos. Que no es lo mismo que la pareja con niños. Los primeros están más unidos, y el crio se pasa todo el rato hablando con su padre (yo una vez me senté al lado de una de estas parejas padre- hijo que daba gusto oír, porque estaban hablando de Star Wars, y el niño, que no tendría más de ocho años ¡se lo sabía todo!)

En cambio cuando es una pareja con niños, son casi tan insoportables como los adolescentes de antes, porque dejan a los pequeños dar toda la guerra que quieran sin hacer nada para impedirlo.

Por último, está el “impaciente”. Lo he llamado así porque es el típico/a que se pasa toda la espera sentado en el sitio ese tan incómodo que hay en las paradas de autobús (otra conspiración del gobierno, me parece a mí), sin dejar que nadie más se siente; porque se coloca en el centro y suele llevar algo que apoya a ambos lados de esa especie de banco; pero cuando llega el autobús, tiene que ser el primero/a en subirse. Para eso echa mano a agarrones, empujones… y siempre dice “Vaya maleducado que estás hecho. Después de todo el rato que llevo esperando (aunque llegara después que tú), ¿vas y pretendes subir antes que yo? ¡Pero si llevo yo aquí más tiempo que tú!”. Generalmente suele ser una vieja con cara de gilipollas.

Cambiando de tema, ¿qué pasa con la gente de los trenes? ¿Por qué cuando ven que llevas varias mochilas y un libro que parece un diccionario que te tienes que leer para ese día, o unos apuntes para el examen que tienes en una hora, te hacen dejar libre el asiento donde has dejado tus cosas -aunque el resto de sitios estén libres- para sentarse ellos? Y esto ya pasa tanto si vas en tren como si vas en metro o autobús: siempre hay algún gracioso que invade tu espacio vital. Siempre que vas de pie -ya sea porque los asientos estén ocupados, ya sea porque te apetezca-, hay alguien que se pone a tu lado y se deja caer encima de ti. Como si no te hubiera visto. Y lo peor es que cuando le pisas o le metes un codazo (o le robas algo que lleve a la vista), te ignora; hace como si un lo hubiera sentido y no se mueve ni para dejarte respirar; que digo yo, ya que le has pegado, por lo menos podría disculparse.


Pero nada.  

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