¿A quién no le ha pasado haber llegado a la parada del autobús,
puntual, y quedare con cara de tonto, porque el autobús ya haya pasado hace
tres minutos?
Yo creo que todo esto de los horarios de los transportes
públicos, y los transportes públicos en general, son una gran conspiración del
gobierno. O sino, ¿por qué cuando las paradas del bus y del tren están a solo
dos pasos, tienen horarios tan dispares uno de otro? Me explico: el tren
termina su trayecto sobre y treinta y cinco; y el autobús pasa a y media. El tren
sale a menos cinco, y el autobús llega a en punto. Pero lo peor, nos
corresponde a los que tenemos horarios de tarde, porque por la tarde los
autobuses solo pasan ¡cada hora!
Y esto solo ocurre cuando ambas paradas están a cinco
metros, porque si resulta que para ir de una a otra tardas de 6 minutos para arriba,
olvídate de coger uno de los dos vehículos sin tener que esperar.
Pero lo más cabreante se lo dejo a la secta de los
autobuseros. Lo llamo así, secta, porque hay algunos que son majos, y no deben
estar metidos; pero la mayoría de estas personas son unos malvados (que no me
apetece insultar). ¿Pues no cogen, y cuando ven a algún pobre diablo corriendo
porque ve que va a perder el bus, cierran las puertas y se dan más prisa en
arrancar solo para ver cómo esta persona no llega a subir? Por eso llega un
momento, cuando ya has perdido el autobús tantas veces, que te rebelas contra
la sociedad y si ves que no llegas a tiempo para cogerlo, vas andando diciéndote
a ti mismo: “No corras, si ya lo has perdido”. Pero siempre tendrás la duda de
si de verdad lo has perdido; porque hay veces que el conductor sea de la antes
nombrada secta, pero igual no lo es y se pasa un rato esperando con la puerta
abierta a que tú, pobre infeliz, te des prisa y subas tu culo al autobús. Y es ahí
cuando más rabia da la situación. Cuando no sabes qué hacer; “correr o no
correr, he aquí el dilema (y no la cuestión, como dicen muchos)”, como diría Shakespeare.
Y si solo fuera ese el problema que hay con los medios de
transporte públicos, pues no habría subido esta entrada. Pero ¿qué pasa con la
gente que está esperando contigo?
Adelante con la lista:
Por un lado tenemos al “echao pa´lante”, que en cuanto llega
pregunta si hace mucho que ha pasado tal bus. No respondas. Di que acabas de
llegar. Si le contestas estarás perdido porque de ahí pasará a hablarte de lo
mal que van los autobuses, y de lo mal que va el país, y cuando llegue el
autobús y te subas, él se subirá contigo y se sentará a tu lado; aunque no sea
el autobús que tenga que coger. Y no parará de darte la tabarra hasta que te
bajes y corras.
El pobre que “quiere hablar”: suele ser un ancianito o una
ancianita, que aprovecha cualquier cosa que pase a tu alrededor (ya sea un
perro que se pone a mear en una esquina, ya sea alguien que cruza la calle)
para dar conversación y acabar contándote su visión del mundo y sus ideas.
Luego también está el/la estudiante que no le apetece
hablar, o está mandando mensajes por el móvil, y a la vez tiene los cascos
puestos para escuchar música; que nunca sabrás si de verdad la escucha, o solo
lo hace para evitar ser preguntado.
Luego tenemos a "los colegas", generalmente adolescentes con las
hormonas revolucionadas, que se juntan en un grupito y se lían a dar gritos y a
reírse incluso una vez dentro del bus. Que no hay quien los soporte.
También está la madre/ el padre que viene con su o sus hijos.
Que no es lo mismo que la pareja con niños. Los primeros están más unidos, y el
crio se pasa todo el rato hablando con su padre (yo una vez me senté al lado de
una de estas parejas padre- hijo que daba gusto oír, porque estaban hablando de
Star Wars, y el niño, que no tendría más de ocho años ¡se lo sabía todo!)
En cambio cuando es una pareja con niños, son casi tan insoportables
como los adolescentes de antes, porque dejan a los pequeños dar toda la guerra
que quieran sin hacer nada para impedirlo.
Por último, está el “impaciente”. Lo he llamado así porque
es el típico/a que se pasa toda la espera sentado en el sitio ese tan incómodo que
hay en las paradas de autobús (otra conspiración del gobierno, me parece a mí),
sin dejar que nadie más se siente; porque se coloca en el centro y suele llevar
algo que apoya a ambos lados de esa especie de banco; pero cuando llega el autobús,
tiene que ser el primero/a en subirse. Para eso echa mano a agarrones,
empujones… y siempre dice “Vaya maleducado que estás hecho. Después de todo el
rato que llevo esperando (aunque llegara después que tú), ¿vas y pretendes
subir antes que yo? ¡Pero si llevo yo aquí más tiempo que tú!”. Generalmente
suele ser una vieja con cara de gilipollas.
Cambiando de tema, ¿qué pasa con la gente de los trenes? ¿Por
qué cuando ven que llevas varias mochilas y un libro que parece un diccionario
que te tienes que leer para ese día, o unos apuntes para el examen que tienes
en una hora, te hacen dejar libre el asiento donde has dejado tus cosas -aunque
el resto de sitios estén libres- para sentarse ellos? Y esto ya pasa tanto si
vas en tren como si vas en metro o autobús: siempre hay algún gracioso que
invade tu espacio vital. Siempre que vas de pie -ya sea porque los asientos
estén ocupados, ya sea porque te apetezca-, hay alguien que se pone a tu lado y
se deja caer encima de ti. Como si no te hubiera visto. Y lo peor es que cuando
le pisas o le metes un codazo (o le robas algo que lleve a la vista), te
ignora; hace como si un lo hubiera sentido y no se mueve ni para dejarte
respirar; que digo yo, ya que le has pegado, por lo menos podría disculparse.
Pero nada.
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