Porque Star Wars: Los Últimos
Jedi no es una película más de esa saga galáctica. Es lo que fue el Episodio V
y ese “No, yo soy tu padre” en su momento; un cambio que hacía falta; mostrar
que Star Wars puede seguir siendo Star Wars y puede alejarse de tramas que
giran continuamente alrededor de uno de los Skywalker, así como en torno a la
Fuerza. Y eso que los primeros pasos en este nuevo rumbo ya los había dado
Rogue One con su ausencia (casi) total de Jedi. Pero aquí no acaba la cosa.
Porque, aunque The Last Jedi sea capaz de introducir una serie de tramas más
alejadas de lo que suele tenernos acostumbrados Star Wars, o manejar la
historia con mucho más humor del que uno pudiera estar acostumbrado, la
película se encarga también de recoger esa lucha continua entre lado Oscuro y
lado Luminoso con unos personajes que El Despertar de la Fuerza no hizo más que
presentar. Ya que es en esta ocasión cuando vemos a un Kylo Ren mucho más
moldeado que se aleja en gran medida de ese niño caprichoso e irascible que, al
menos personalmente, había sido lo único apreciable en el nuevo “malo” de esta
trilogía.
Será Los Últimos Jedi la
encargada de mostrar los motivos de Ben Solo para actuar como actúa; de
alejarlo de ese fan loco de Darth Vader que conocimos en El Despertar de la
Fuerza para convertirlo en alguien con personalidad propia y con unas
motivaciones bastante claras. Es The Last Jedi la encargada de dejar claro que
Ben, o Kylo no es sino alguien que únicamente está buscando el progreso,
alejarse de esa senectud milenaria que lleva enfrentando a Sith con Jedi. Y de
la misma manera, la película que se encarga de arremeter contra todo lo que
supuso El Despertar de la Fuerza para este personaje -véase el momento en que
Kylo Ren se encarga de destrozar su famoso casco y deja bien claro que ya no es
la misma persona-, Los Últimos Jedi se busca hacer exactamente lo mismo con
Rey, la contraparte del personaje de Adam Driver. Porque, si bien la película
hace referencia al poder latente de la joven aprendiz de Jedi con una escena
donde Snoke reprende a Kylo por haberse dejado vencer por alguien que nunca
había llegado siquiera a imaginar entrar en contacto con un sable de luz, la
película tampoco se corta al dejar claro que esa Rey inocente que creía que
todo tenía salvación -esa Rey que no parecía sino una reencarnación de aquel
Luke que buscaba por cualquier medio resarcir a su padre-, ha dejado de existir
como tal.
Un camino que comienza con el
personaje de Daisy Ridley en el mismo papel que el joven Luke Skywalker, y que
concluye con ella misma transformada en esa versión algo más oscura del maestro
Jedi. Una versión aun más fuerte; porque mientras que Luke ha acabado dándolo
todo por perdido y recluyéndose en su santuario, Rey ofrece la visión de la
esperanza: Sí, de acuerdo, todo parece estar perdido. Habrá personas que
busquen expandir esa destrucción que otros se están encargando de evitar. Y por
supuesto, muchos de los primeros no querrán cejar en su empeño. Pero eso no
significa que una tenga que aceptarlo y mirar para otro lado. De nuevo como con
Kylo Ren se muestra una visión mucho más progresista; una faceta mucho más
activa; algo más cercano a esos Jedi grises que se nos presentaron con Qui-Gon
Jinn en la Amenaza Fantasma y que ya no ven la Fuerza como una lucha entre dos
bandos. Otro de esos cambios que Los Últimos Jedi se encarga de introducir y
que parece servir como punto y aparte para aquel enfrentamiento en el que los
Jedi eran los únicos que parecían llevar la razón.
Además, también han sido muchas
las voces que se han quejado de la forma en que regresan dos personajes
clásicos como son Luke y Leia. Del primero se ha tachado su actitud, su pérdida
de la fe, su dejadez, e incluso se ha llegado a criticar su sublime último
acto. De acuerdo que tal y como estaba planteado el personaje en el Episodio
VII, y la forma en que parecía que iba a acabar desembocando en el Episodio
VIII, todo venía a indicar que este no era el Luke Skywalker que nosotros
conocíamos. Y más aún cuando muchos todavía guardábamos en nuestra cabeza esa
imagen de un Luke capaz, no solo de entrenar a un inmenso número de jóvenes
aprendices, sino de vencer a espíritus Sith todopoderosos y soportar más de un
levantamiento de su alumnado. De hecho, toda comparación entre este nuevo
universo y el antiguo comenzó con Kylo Ren y Darth Caedus; ambos hijos de Han y
Leia, ambos futuros aprendices del lado Oscuro, pero cada uno de un universo
diferente; el primero del canónico, y el segundo del universo de Leyendas.
Porque mientras que los actos de
Caedus solo significaron que Luke luchara sin descanso hasta detenerle, los
actos de Ren tan solo logran apartarle de algo que parecía imposible si nos
atenemos a la trilogía original: las enseñanzas de los Jedi y el uso del lado
Luminoso de la Fuerza. Sin embargo, a medida que avanza este Octavo Episodio,
puede verse un gran cambio en Luke motivado por Rey; algo que le acaba llevando
a replantearse la situación en la que se encuentra la Fuerza en aquel momento,
así como su aprendizaje y todo a lo que le había supuesto el saber de los Jedi.
Un punto que se ve reflejado perfectamente en aquella conversación con el
espíritu de Yoda, que no sirve sino para ejemplificar que todo debe evolucionar
para adaptarse a los cambios futuros. En este caso, al cambio de generación
entre los antiguos y los nuevos fans de Star Wars.
En cuanto a Leia, muchos son los
que no han querido aceptar que sea capaz de utilizar la Fuerza. O que pueda
haber llegado a ser tan poderosa en la Fuerza como para escapar de la muerte-
después de que la Primera Orden bombardeara la cabina de mando donde se
encontraban todos los líderes de la Resistencia-. En cuanto a este punto, e
intentando obviar el contenido misógino de las quejas, así como ya han
expresado muchas otras personas anteriormente, no hay más que regresar a la
trilogía original para ver todos aquellos detalles que, no solo inducen a pensar
que Leia sería quien se encargaría de acabar con el Emperador, y no Luke. Sino
que, incluso en el enfrentamiento final entre este y Vader, el Lord Sith deja
bastante claro que Leia puede ser igual, e incluso más poderosa que su hermano.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que si la princesa convertida en
general no da muestras en la trilogía original de un dominio total de la
Fuerza, ya que tan solo aparece representada como otra persona sensible a esta,
es debido a que, a diferencia de Luke, ella no ha pasado por ningún tipo de
entrenamiento. Pero entre el Episodio VI y el VIII se ve que han circulado unos
cuantos años; por lo tanto es más que probable que la líder de la Rebelión y
posteriormente de la Resistencia haya sido capaz de aprender más que unos pocos
trucos desde aquel lejano entonces.
Y volviendo a Rey y a su papel
como nueva “Elegida”, este último Episodio retoma ese punto tan importante,
tanto en la trilogía original como en las precuelas, donde, ya sea una profecía,
ya sea la voz de los Jedi, dejaban bastante claro que solo una persona -por algún
motivo venía recogido que debía portar el apellido Skywalker- sería capaz de acabar
con el mal encarnado en el papel de los Sith. Porque, de nuevo Johnson se
encarga de arremeter contra El Despertar de la Fuerza, así como contra todos los
fans de Star Wars que se quedaron con la duda de saber quiénes eran los padres
de Rey. Y después de todo tipo de teorías que se esforzaban por señalar que la nueva
protagonista de esta trilogía solo podía ser tan poderosa por descender, bien
de Obi-Wan, bien de Luke, Los Últimos Jedi ofrece una respuesta mucho más
sencilla: Rey no es especial por ser hija de nadie. Algo muy similar a lo que ya
ocurrió en su momento con Anakin Skywalker, cuyo padre había sido siempre un
misterio; y algo que dice mucho de este personaje. Porque no necesita ir de la
mano de nadie para conseguir sus objetivos, tal y como va demostrando la
película. Primero con la relación de Rey con Luke; porque hasta ese momento Rey,
así como la mayoría de espectadores parecíamos tener claro que lo único que
podía ayudar a esta inexperta en los caminos de la Fuerza, eran las enseñanzas
del viejo maestro. Algo que después abre el camino a que Rey parezca necesitar
buscar de ese apoyo en Kylo Ren para, finalmente darse cuenta de que todo lo
que creía que le ayudaría, no hace más que convertirse en impedimentos. Se transmite
una filosofía que concluye con aquel pensamiento de “Y ahora que Luke ya no
está, ¿cómo va a poder convertirse Rey en Jedi?” Porque puede que Rey, esa
joven que en su primer duelo con espada laser fuera capaz de derrotar a alguien
que había pasado toda su vida entrenando, primero con unos (Luke), luego con otros
(Snoke), y del que se decía que era una persona con un gran poder latente; sea
capaz de salvar el mundo a su manera.
Además, aquí vuelve a apreciarse
ese nuevo cambio en el modo de ver Star Wars. Ya no se trata de un
enfrentamiento entre Jedi y Sith. Recordemos otro de los palos de Johnson a El Despertar
de la Fuerza encarnado en aquel momento en que el Líder Supremo Snoke; un tipo
de lo más singular, un personaje con un gran dominio de la Fuerza, un enigma
viviente -al que muchos buscaron situar de alguna manera en el universo de Star
Wars. Pues alguien tan poderoso, como ya pasó con Rey, no podía aparecer de la
nada-, acaba sucumbiendo de una forma bastante ridícula.
Y ahora toca repasar ese
lamentable espectáculo que dieron algunos con la revisión de la película, que
planteaba la supresión de todas las mujeres
de esta. Porque si Star Wars: Los Últimos Jedi ha sido muy aplaudida por
mostrar una galaxia más real donde no solo viven hombres, así como por haber
sido la única película de Star Wars hasta el momento, que cuenta con más de dos
mujeres en puestos de gran relevancia, o con más de una única escena con una
mujer distinta de protagonista, también ha sido sobradamente criticada por esto
mismo. Unas quejas que se escapan de toda lógica y que intentan tapar o excusar
ese machismo con un “si ya estaba bien antes, ¿para qué tienes que tocar nada?”
a los que parece asustarles, no ya el hecho de que en la Resistencia haya
mujeres en los altos mandos, sino que incluso haya mujeres pilotando cazas y
hasta sirviendo dentro de la Primera Orden; una institución que busca acercarse
a más no poder al Imperio, donde claramente, no había ninguna Stormtrooper
mujer; véase el sarcasmo. Una situación que nos ha permitido, no solo descubrir
a personajes tan icónicos como la vicealmirante Holdo, que todo el mundo
recordará por ser la responsable de una de las mejores escenas, sino la mejor
de toda la película; Paige Tico, encargada de destruir el Acorazado de la
Primera Orden que impedía a la Resistencia evacuar su base de D’Qar; Tallissan
Lintra, considerada una de las mejores pilotos de la flota; Kaydel Ko Connix,
interpretada por Billie Lourd, y una de las responsables del motín que buscaba
acabar con el plan de Holdo de evacuar la última nave insignia de la Resistencia;
y, por supuesto, Leia Organa, Rose Tico y Rey.
Por tanto, de acuerdo que Star
Wars: The Last Jedi no es una película de Star Wars al caso. Pero precisamente
por eso este Octavo Episodio es lo que le hacía tanta falta a la saga. No se
trata de reventarla, como muchos se han atrevido a decir, sino de mostrar que
se puede hacer un trabajo magnífico, introducir un gran número de cambios y
nuevas ideas, y modificar sin miedo y sin hacer de menos lo que algunos
consideraban sagrado. En definitiva, adaptar una saga a un nuevo público y a
una nueva generación, y no por ello perder esa esencia que es la que a muchos nos
ha llevado a considerar este como uno de nuestros universos fantásticos y sagas
favoritas.
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